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domingo, 29 de julio de 2012

Capítulo veinticuatro


Las clases transcurrieron, aburridas, como siempre. Los chicos esperaban impacientes el milagroso sonido de la campana para salir del colegio e irse a sus casas. El milagro sucedió y todos salieron disparados, encontrándose en la puerta del instituto.
-Nos vemos mañana todos en la excursión, ¿no?-preguntó Harry.
-Si nos dejan a todos, sí.-contestó Carmen, la cual se despidió de ellos lanzando un bezo y se fue hacia su casa de la mano de Jason, que iba a acompañarla.
-¡Chicos!-una voz los llamó.
Todos se giraron y Vito puso una mueca de fastidio, tiró de Harry y se alejó, diciéndole a María que se verían en casa de ésta última. A Blanca le cambió la cara cuando vio alejarse a Vito. Se entristeció y preguntó con voz trémula:
-¿Vais mañana a la pista e patinaje sobre hielo?
María, Will, Elisa, Laura y Max, que eran los que quedaban, asintieron.
-Claro, es que yo soy de un curso más, de tercero, entonces yo también voy. Nos vemos mañana, adiós.-la chica se despidió, entrecortada, y echó a correr hacia la dirección opuesta a la que iban ellos.
María suspiró. Veía que Vito, en el fondo, no había perdonado a Blanca por aquel beso traicionero del que habían formado parte Harry y Blanca. Max y Laura comenzaron a andar, despidiéndose también y se alejaron riéndose. María miró a Will y a Elisa. Estaban incómodos. Elisa dijo adiós con la mano y se dirigió hacia una calle por la que María suponía que se iba a su casa. Parecía que todo iba normal, cuando Will alzó la voz.
-¡Elisa! Espera, te acompaño.
Y echó a correr detrás de ella. María rió. Observó cómo Will se sonrojaba al ver que Elisa lo esperaba. Parece que todos sus amigos iban a quedar emparejados. A paso lento, María llegó a su casa, donde Vito la esperaba en la puerta.
-Venga, lentita.-se burló la pelirroja.
María le pegó de broma y entre risas subieron a la habitación de María. Comieron y se pusieron a hacer los deberes. Cuando Lucía llegó, María le pidió que le firmara la autorización a Vito y a ella, ya que los padres de su amiga no estaban.
-Me voy a correr por los alrededores, ¿te vienes?-preguntó la pelirroja.
-No, gracias, prefiero quedarme en casa leyendo.
Cuando su amiga salió de casa, María cogió los cuadernos que había cogido de aquella casa y abrió el primero.
“14 de Febrero, 2005:
Hoy es San Valentín, el día de los enamorados. Echo de menos a María José, y más aún cuando he visto a Lucía. Es ya una mujercita. Su marido la cuida bien, y su amiga también. La pequeña María tiene ya siete años, como su amiguita la pelirroja. Javier está más grande, tiene dos años más y está hecho un bestia. No me gusta. Le pega a su hermana y le rompe muñecas. La madre de la pelirroja, Tania, ayuda mucho a Lucía y ha venido con ella, trayendo a su hija, Victoria, y a su marido, consigo. Seguramente también habría venido la madre de la otra mejor amiga de María. La pequeña Carmen es igual que Francina, su madre, y que su tía, Alba. Las recuerdo a todas. Les habrá surgido algún imprevisto y no habrán podido venir. Hoy, desde la ventana por la que miro siempre, he visto a Lucía llorar por mi desaparición y a Tania consolándola. Las niñas fueron a hacer una casa del árbol con los dos padres y Javier hacía el vago, jugando a videojuegos. Han venido a pasar un tiempo aquí, tal y como yo le pedí a Lucía. Mi padre me trajo cuando yo era pequeño, yo traje a mis hijos y les pedí que trajeran a los suyos, Lucía es la única que me ha hecho caso."
María cerró el diario de golpe. María José era su abuela. Lucía era su madre. Salían sus amigas y sus respectivas madres y la tía de Carmen, todas ellas amigas de su madre. Su madre lloraba por una desaparición, la desaparición de aquel hombre. La única persona que ella conocía y que había desaparecido era… Pero no podía ser. Pero lo de los hijos… Aquella persona era su abuelo.



viernes, 29 de junio de 2012

Capítulo veintitrés


María y Vito subieron a la habitación y María se encerró en el baño para ducharse. Vito encendió su móvil y se tiró encima de la cama de su amiga. Tenía un mensaje.
“Te acabas de ir y ya te hecho de menos. Necesito besarte.”
Vito sonrió. Era de Harry. Le dio a la opción “Contestar” y escribió:
“Yo también echo de menos a una persona…”
En seguida recibió la contestación:
“¿Sí? ¿A quién?”
“A ti. Bésame, bandido.”
Vito rió con su contestación y leyó la respuesta.
“No se hable más. Voy para tu casa.”
Incrédula, rió y escribió:
“Para, loco. Que estoy en casa de María, me quedo aquí una semana. Ya me verás mañana en el colegio. Te quiero.”
Apagó el móvil y esperó a que María saliera del baño. Cuando lo hizo, se metió ella en él y se dio una buena ducha. Las dos quedaron rendidas en la cama de María cuando el reloj dio las tres.

María abrió los ojos y miró el reloj digital. ¿Las nueve de la noche? ¡Qué tarde! Se desperezó y sus tripas rugieron. Ahora sí que tenía hambre. A su lado, Vito se despertó.
-Dios, qué hambre.-fue lo primero que dijo la pelirroja.
María rió y encendió la luz. En la mesilla chica que había al lado de la puerta, había dos platos y dos vasos. Vito se acercó a examinar su contenido.
-¡Perritos calientes y Coca-Cola!-exclamó, contenta.-¡Amo a tu madre!
Las dos comieron, voraces. Después, volvieron a caer en las garras del sueño.

María dio un respingo. Un sonido muy molesto la había despertado. ¡El despertador! Gruñó y se levantó, de mala gana. Sacudió a Vito hasta que esta también se despertó. Sin ganas, se vistieron y desayunaron, poniéndose en marcha para ir al colegio. Cerraron la puerta de la casa y comenzaron a andar. Se encontraron a Will y fueron hasta el colegio charlando. En cuanto vieron a Harry, Vito echó a correr y se abrazaron.
-Muy empalagoso todo.-opinó María.
Will asintió, dándole la razón y esperaron a que llegaran Carmen y Jason, que llegaron cogidos de la mano. Max iba detrás de ellos, con Laura y Elisa llegaba por la otra punta del pasillo. Todos entraron en sus respectivas clases. No hablarían hasta el recreo.

La campana bendita los salvó de tener que seguir soportando a los profesores. En el recreo todos comentaron la noticia que les habían dado a primera hora.
-Segundo y tercero de secundaria irán mañana a la pista de patinaje sobre hielo. De excursión. Tomen las autorizaciones y, si quieren venir, tráiganlas mañana firmadas por sus padres.-recitó Vito, imitando al jefe de estudios.
-¿Vosotros vais a ir?-preguntó Elisa.
Todos asintieron. Creían que lo iba a pasar bien, pero lo que ellos no saben es que sería un día bastante escalofriante.



Capítulo veintidos


Capítulo veintidós

Llegaron a su destino con risas y bromas y bajaron del coche. Cogieron las maletas y se despidieron del conductor, que los miró con cara de querer matarlos.
-¡Qué antipático!-comentó Carmen.
Blanca, que no había abierto la boca en todo el camino, se despidió de ellos y Vito puso una cara de alivio que parecía decir que no quería verla más. Era natural, se besó con su novio. María gritó “Mamá” al ver a un coche asomar por la esquina de la calle y agitó la mano en forma de despedida para sus amigos, mientras corría hacia el coche.
-¡Hola, mamá!
-Hola, cielo. Dile a Vito que se viene con nosotras.
María abrió la ventanilla y le gritó a Vito que se acercase.
-Te vienes con nosotras.-explicó María a su amiga, que tenía cara desconcertada.
-Tu madre y tu padre se han ido de viaje de negocios y te quedas con nosotros una semana.-aclaró Lucía, la madre de María.
Vito se subió al coche y llegaron a casa de María a eso de las dos.
-Subid al cuarto y asearos un poco, voy a hacer la comida.-anunció Lucía.
A María y a Vito se les revolvió el estómago al oír hablar de comida y explicaron a Lucía que habían desayunado mucho y que no tenían nada de hambre. La señora las  miró y les dijo que subieran al cuarto, mientras pensaba que los adolescentes de hoy en día, eran un caso demasiado especial para la comida. Primero no quieren comer y se quieren poner a dieta y luego se hinchan de comer. ¡Cualquiera los entiende!

Capítulo veintiuno


Capítulo veintiuno

Iniciaron el viaje con risas y anécdotas, recibiendo malas caras del conductor cascarrabias. De pronto, Will le dio un codazo a Harry.
-Pero… ¿serás gilipollas?-exclamó la víctima.
El conductor le dirigió una mirada asesina al chico que acababa de soltar un taco. Todos rieron por lo bajo y Harry volvió a hablar:
-¿Por qué has hecho eso?
-¿Les contamos la historia de nuestros nombres?-preguntó Will.
Harry asintió. Will comenzó a narrar.
-¿Nunca os habéis preguntado el por qué de nuestros nombres son en inglés? Pues bien, aquí va nuestra historia. Alicia, Margarita, Claudia y Olga son las madres de Louis, Jason y Max, Harry y mía respectivamente. Con 18 años, fueron a Londres a estudiar. La ciudad les encandiló y decidieron quedarse más tiempo allí. Dos años enteros estuvieron en Londres. Eso, como comprenderéis, es mucho tiempo, y las cuatro se echaron novio. ¿Adivináis cómo se llamaban?
-Claro, como no hay nombres de chicos en inglés, ni nada…-ironizó Vito.
Pero María sí lo entendió y exclamó:
-Louis, Jason o Max, Harry y Will.
-Correcto. Nuestras madres hicieron un acuerdo para no olvidar jamás su estancia en Londres. Acordaron poner los nombres de sus novios a sus hijos.-terminó Will.
-Pero… ¿y si tenían hijas?-preguntó Carmen, curiosa.
-Si tenían hijas, les pondrían un nombre normal, el que ellas quisieran, digo yo.-respondió Vito.
Harry asintió con la cabeza.
-Pero… Will…-dijo María, pensativa.
-Dime.
-Tu padre se llama William.
-Así es. Mis padres llevan juntos desde los dieciocho años.-explicó Will.-Y yo me llamo William Smith Sánchez. Apellido inglés, apellido español.
Un “ooooh” salió de la boca de las chicas y Carmen hizo otra pregunta.
-Jason y Max son gemelos… ¿Cómo se llamaba el novio de su madre?
-El novio de mi madre era Max… Como él nació minutos antes que yo, lo llamaron a él Max y a mí me llamaron con nombre inglés para no hacer muy llamativa la cosa. Queda muy raro si dos gemelos se llama uno con nombre inglés y otro con nombre español, ¿no?-aclaró Jason
-¡Qué mono Will!-suspiró Vito.
-Más mono soy yo.-protestó Harry.
-No, Will lo es más.-dijo Vito.
Su novio la miró con mala cara y Vito sonrío. Se quitó el cinturón y se sentó encima de Harry, que iba a su lado. Inclinó su cabeza para darle un beso en la boca y luego exclamó:
-¡Pues claro que tú eres más mono, tonto!
Los demás rieron y el conductor miró con muy mala cara a la chica que se había quitado el cinturón. ¡Y encima se había levantado de su asiento! ¿Por qué nadie lo entendía y lo compadecía? ¡Menudos niños que le había tocado llevar!

Capítulo veinte


Capítulo veinte


Bajó las escaleras en cuanto cerró la maleta. Cuando llego a la cocina abrió la boca de par en par. Carmen y Jason estaban en una esquina besándose, las tortitas se estaban quemando y una loca con el pelo pelirrojo corría detrás de un chico con el pelo rizado. Tardó en darse cuenta de que la loca llevaba un spray de nata en la mano y estaba amenazando al chico con echarle nata en la camiseta. María rió al ver a Vito y a Harry y corrió a salvar a las tortitas de su peligro.

Blanca y Will se encontraron en el pasillo, los dos bien vestidos y peinados. Listos para desayunar. Bajaron en silencio las escaleras y llegaron a la cocina. En cuanto descubrieron el espectáculo, Blanca corrió a ayudar a María con las tortitas y Will recibió un chorro de espesa nata en la cara al intentar interponerse entre Vito y Harry.

Al cavo de un rato, Vito estaba en el salón limpiando a Harry con una servilleta. Este tenía nata por todas partes. Will, a su vez., también se limpiaba y Carmen observaba divertida. María, Jason y Blanca llegaron con dos enormes bandejas que contenían siete vasos de leche, un plato lleno de tortitas , otro con croissants, otro con tortilla de patatas y otro con huevo frito y patatas fritas.  Todos vitorearon a los cocineros.
-Dios, yo no puedo con todo eso.-se asombró Vito.
-Voilà. Desayuno variado.-exclamó María.
Todos rieron y desayunaron. Llenos de comida y hartos de comer, charlaban hasta que llegó la hora de marcharse. Cogieron sus respectivas maletas y el pitido de un coche les aviso de que el conductor los estaba esperando. Tardaron diez minutos en dejarlo todo listo y el conductor los miró con cara de mala leche. Todos subieron al coche, pero no se dieron cuenta de que en la tercera planta, un hombre los miraba. Su mirada reflejaba tristeza, furia y sabiduría. Sabiduría y vejez, su cara reflejaba los años que habían pasado por aquel rostro y su mirada dirigía cierta ternura hacia la chica llamada María. Esta subió la mirada y se quedó helada. La expresión de ternura del hombre la dejó paralizada. Bruscamente, apartó la mirada y subió en el coche, sin decir ni media palabra. 

Capítulo diecinueve


Apenas le dio tiempo a salir por la puerta, ya que dos brazos enormes la agarraron.
-¿Se puede saber dónde estabas?-preguntó Will, visiblemente nervioso.
-Dando tumbos por ahí.-contestó María.
-No, si eso ya lo veo.-dijo él, furioso.-¿¡Tú sabes el susto que nos has dado!?-chilló.
-Pe…Perdón.-balbuceó ella, culpable. La lágrimas empezaban a aflorar a sus ojos por haber asustado a sus amigos.
-Sh.. Venga, no llores.-se suavizó Will y la abrazó.-Perdóname tú a mí por haberte gritado de esa manera.
Una cabellera pelirroja, fruta de una persona que venía corriendo, entró en el pasillo en el que estaban ellos dos y la persona exclamó el nombre de su amiga.  Vito corrió hacia María y la apartó de Will. Cerrando de un portazo, la metió en la habitación y la dejó sola para que se pusiera el pijama y se durmiera. Al cabo de unos minutos, María dormía profundamente, intentado olvidarse del idiota de Louis Pérez/López (elegid vosotros, yo no sé qué apellido ponerle).


Vito salió de la habitación y fue en busca de Will. Lo encontró en el salón hablando con su novio. Se acercó y le dio un beso a Harry y  después se dirigió a Will.
-Tú. Eres. Tonto. ¿Por qué? ¿Le? ¿Chillas? ¿A? ¿María?-a cada palabra le daba una torta no muy fuerte en la nuca.
Will aceptaba las tortas en silencio y miró a Harry. Su mirada decía “Llévatela de aquí”. Harry cogió a Vito suavemente de la mano y le dijo algo al oído. Ella rió y los dos salieron del salón.

La noche cayó profunda y pesada para todos. Poco a poco, cada uno de ellos se sumergió en los brazos de Morfeo.


Un rayo de sol descansaba en sus párpados. Entreabrió los ojos y sonrió al ver las preciosas vistas que se avistaban por la ventana. El mar lanzaba destellos por el reflejo del sol y a María se le había olvidado que Louis Pérez/López existía.

Vito y Carmen andaban ajetreadas en la cocina, junto con Jason, haciendo el desayuno para los demás, ya que eran los primeros en levantarse. Los demás dormían profundamente, o eso creían ellos.

Per el olvido no fue por mucho tiempo. Esos ojos verdes volaron a su mente en cuanto contempló los suyos marrones en el espejo. Se peinó suavemente, deslizando el cepillo por su pelo fino y liso. Se vistió lentamente, con el recuerdo de esos ojos clavados en la mente. Ya era domingo y marchaban a casa sus amigos y ella, así que hizo la maleta y estaba a punto de salir de la habitación, cuando de pronto se acordó de algo. Corrió debajo de la cama con esos intensos ojos verdes en la cabeza.

-¡Boo!
Carmen y Vito chillaron al escuchar un grito a sus espaldas. Jason reía y las chicas pusieron cara de alivio al ver que era Harry. Vito miró enfurruñada a su novio.
-Me encanta cuando te comportas como una niña pequeña.-sonrió él.
Vito le dio la espalda para que Harry no viera el destello de amor que apareció en sus ojos. Unos dedos se deslizaban por sus costillas, haciéndole cosquillas e intentó aguantar la risa.
-Eres muy mala mintiendo.-comentó su novio.
Mientras le seguía haciendo cosquillas, Vito no pudo evitar soltar una carcajada y suplicaba que parase. Carmen y Jason se lanzaban miradas cómplices mientras hacían tortitas.
-¡Yo no he mentido!-protestó Vito, cuando se le pasó el ataque de risa.
-No, pero has fingido que estabas enfadada. Disculpa mi error, princesa. Eres muy mala fingiendo.-dijo Harry, pícaro, y se inclinó para juntar sus labios con los de su novia.
Cuando estaba a dos milímetros de la boca de Vito, se vio cubierto de nata. No se había dado cuenta de que su novia había cogido el spray de la nata. No se dio cuenta hasta que se vio embadurnado.

María arrastró su cuerpo un poco más. Tanteó con la mano y resopló. No estaban allí debajo. Estaba segura de que había dejado allí los cuadernos. Alargó el brazo. En efecto, estaban allí. Los sacó con esfuerzo y los metió en su maleta. Ya los leería en casa.

miércoles, 11 de abril de 2012

Concurso

¡Hola, chicos! Supongo que todos o casi todos sabréis lo que es no sentir inspiración de ningún tipo. Pues es lo que me pasa a mí. Por ello he decidido crear un concurso en el que valoraré varias cosas. Como sé que no todos tenéis ventaja en escribir, he decidido lo siguiente:

Va a haber dos concursos, sencillos los dos. Uno de ellos será de escribir un relato (el que queráis, admito cualquier tipo, mínimo 250 palabras) y otro será de hacer alguna foto que busquéis en Internet y que pegue con la historia, la podéis editar y hacer con ella lo que queráis. El del relato podrán ganarlo los dos mejores relatos y tendrá estos premios:

-Podrán decidir muchas cosas que pasen en algunos capítulos, hablándolo conmigo para ponernos de acuerdo.
-Si quieren, puede contribuir con la sinopsis del libro.
-Se ganarán mi agradecimiento para toda la vida.

El de la fotografía también podrán ganarlo dos personas y contendrá los siguientes premios:

-Harán las fotografías de cada capítulo. Como son dos personas se pondrán de acuerdo en quién sube la foto y quién la hace, pueden ir turnándose o como vean.
-Podrán contribuir con la portada.
-Se ganarán mi agradecimiento para toda la vida.

Sé que no es gran cosa, pero de verdad que necesito que participéis. Un beso muy fuerte y gracias por todo.